jueves, 15 de noviembre de 2012

Ese celular que tú utilizas lo hice yo


Las 5:00 am ya es hora pico en Petare. Buena parte de sus habitantes ha salido ya a esa hora para iniciar la travesía hacia sus lugares de trabajo. Mientras los vehículos de transporte público suben y bajan por todos los sectores de esta inmensa barriada popular capitalina, en las adyacencias del urbanismo El Morro, en Petare Sur, Rafael Díaz trota e inicia su día con una rutina de ejercicios en la que invierte, mínimo, 45 minutos.

Aunque a sus recién cumplidos 38 años de edad pareciera ser un hombre de dedicación exclusiva al deporte, no es así. La actividad física sólo ocupa algunas horas del día. Desde las 8:40 de la mañana hasta las 4:40 de la tarde, la presencia física de Rafael Díaz, su destreza y agilidad se concentran en sus manos, dedicadas al ensamblaje de celulares Orinoquia.

Ya a las 6:30 de la mañana está en el puente Baloa, en Petare. Allí, junto con otros compañeros que visten braga azul de tela muy fresca, sube a un transporte que día a día los lleva hasta el complejo tecnológico Simón Rodríguez, ubicado dentro de la Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda, conocida como La Carlota, lugar donde se encuentra la sede física de Orinoquia -oficialmente, Industria Electrónica Orinoquia- y también su vecina, la ensambladora de computadoras Canaima.

“Para mí es un privilegio trabajar aquí. En Orinoquia he aprendido absolutamente todo lo relacionado con la electrónica. Cuando comencé, durante los dos meses previos que te dan de entrenamiento, recuerdo que un compañero, que es muy chistoso aquí, me preguntó: ‘¿Y tú sabes algo de celulares, de electrónica y esas cosas?’. En ese momento me asusté y pensé: no voy a quedar. Pero mírame, ya tengo un año y medio aquí”.

Comenta que el proceso de ingreso a Orinoquia fue de amplio criterio de inclusión social y estricta metodología de capacitación. Esto, para asegurarse de que el personal que allí trabajará, que agrupa hoy día a 154 trabajadores entre hombres y mujeres, reciba la formación necesaria para garantizar calidad en el ensamblaje de celulares con tecnología China.

“Dos entrevistas y dos meses de entrenamiento recibí. La primera entrevista me la hicieron siete personas al mismo tiempo, y en la segunda, como un mes después, fueron cinco. Eran chinos y venezolanos. Ellos se interesaron más que todo en mi condición social, en cómo vivía, si estudiaba, si tenía hijos. Eso me gustó mucho, porque me di cuenta de que trabajar ahí me permitiría no sólo mejorar mi propia calidad de vida, sino seguir haciendo labor social en mi comunidad”.

Y es que, desde hace más de 10 años, Rafael Díaz es entrenador de deportes de niñas, niños y adolescentes habitantes de Petare. Además, es vocero del comité deportivo de la sala de batalla Argelia Laya y de su consejo comunal.

De su mano, centenares de niños ocupan su tiempo libre en deportes, como integrantes de los equipos de fútbol, voleibol, kikimbol y baloncesto que allí han conformado. Además, cada año, durante la temporada de vacaciones, se moviliza como actor social para garantizar la inclusión de la mayor cantidad de niños de Petare en planes y jornadas vacacionales comunitarias.

“Esa es una de las cosas que más me gustan de trabajar en Orinoquia. Tengo tiempo para hacer labor social. Salgo a las 4:40pm, no trabajo los fines de semana y puedo ser como un enlace entre mi comunidad y la empresa. Creo que eso era lo que ellos (en Orinoquia) buscaban y ese es el perfil de quienes trabajamos ahí”.

“Todos sabemos hacer”

En Orinoquia, DÍaz es operador en una de las tres líneas de ensamblaje de celulares que tiene la empresa. Explica que se trata de un proceso que se inicia con la desenvoltura de las cajas donde vienen las piezas por separado, y cada operador tiene la función de colocar una de esas piezas en el lugar debido.

“Yo comencé atornillando las carcazas. Es un trabajo que se hace muy rápido y es mucho más fácil que ensamblar. ¡Claro!, es como el último proceso, cuando se tapa el celular y queda listo para probar su sistema operativo interno, que es un paso que hace otra persona”, dice Rafael. Y de inmediato aclara que cada trabajador es entrenado en el proceso completo: “Todos sabemos hacer cada paso, porque, además, eso te permite un trabajo rotativo. Así descansas de hacer lo mismo”.

La Industria Electrónica Orinoquia fue creada en 2010 por un convenio entre China y Venezuela. Actualmente, Venezuela posee 65% de sus acciones y su función es el ensamblaje, distribución y venta de los equipos. La tecnología proviene de China, país donde se producen las piezas y se envían a Venezuela.

Kai Chen, presidente de la Industria, explica que el convenio con China le permite a Venezuela avanzar en su proceso de soberanía tecnológica, al facilitar el intercambio entre ambas naciones y la capacitación de trabajadores venezolanos.

“Estamos aquí para generar tecnología. Son equipos electrónicos que permiten a Venezuela avanzar hacia su soberanía nacional en el área de la tecnología. Ahora ensamblamos, pero más adelante podríamos producir”, dice este venezolano de origen chino.

Agrega que en Orinoquia no sólo se ensamblan equipos celulares (nueve son los modelos que hasta ahora han sido comercializados), sino que también se está avanzando para iniciar el proceso de ensamblaje de módems de internet, así como de teléfonos fijos e inalámbricos.

Producción en ascenso

Orinoquia arrancó su producción con el ensamblaje de 124.339 equipos durante el primer año. Su proceso era lento, quizás porque desde el primer teléfono que se ensambló, el modelo C5589, el propósito ha sido garantizar calidad y servicio óptimo.

Destaca Rafael Díaz que cada trabajador de Orinoquia se apropia de esa misión de trabajo: garantizar calidad. “Por eso, cuando escucho a alguien que pretende decir que los teléfonos son malos, vengo yo y les explico que eso no es así, que todos los teléfonos pasan por un proceso de control de calidad y de verificación de su sistema, porque trabajo aquí y me consta”.

En 2011 Orinoquia incrementó su producción anual a 794.688 equipos. Este año, hasta el 31 de octubre, se han ensamblado 800.988 equipos y la meta es llegar a un millón de celulares, según informara recientemente el presidente de la empresa.

Con este incremento productivo que aporta Orinoquia, como empresa mixta, sus 154 trabajadores contribuyen con el crecimiento sostenido del Producto Interno Bruto (PIB) del país: 5,4% durante el segundo trimestre de 2012, según cifras del Banco Central de Venezuela (BCV).

Recientemente, el ministro de Industrias, Ricardo Menéndez, anunció la aprobación de recursos del Fondo Chino-venezolano para la expansión física de Orinoquia. Se trata, explicó, de una nueva planta que estará ubicada en Paraguaná, estado Falcón, y donde el objetivo es ampliar a seis las líneas de producción, las cuales estarán dedicadas al mercado de la exportación.

Tecnología para el crecimiento social

Además de ser una industria que ensambla celulares con los que a diario se comunican más de un millón y medio de personas, Orinoquia sirve de puente entre la educación tecnológica y los ciudadanos.

“Lo he estado pensando mucho. Quisiera estudiar algo relacionado con la electrónica. Es la rama que me gusta, incluso más que la tecnología. Quiero hacerlo y además debo hacerlo, porque las cosas van cambiando, la tecnología va avanzando y quiero estar siempre a la altura de Orinoquia”, expresa Rafael Díaz.

Díaz se graduó de bachiller en la Misión Ribas en 2007. Luego ingresó en la Misión Cultura Corazón Adentro y en 2012 recibió su título de licenciado en Educación, mención Desarrollo Cultural. Hoy es un experto en el ensamblaje de celulares y quiere optar por estudios de electrónica en la Misión Sucre.

“Yo creo en el modelo incluyente de esta revolución. Yo lo he vivido y en cada lugar donde he estado, me ha permitido hacer labor social y así involucrar a más y más personas para tener una vida feliz, de crecimiento, de aporte para todos”.

Entre sus anécdotas como protagonista del proceso de inclusión que desde hace 14 años se desarrolla en Venezuela, cuenta que gracias a la organización comunitaria desarrollada en el barrio Brisas del Sur, en Petare, donde anteriormente vivía, se logró la creación del urbanismo El Morro, cuyas viviendas fueron adjudicadas a la comunidad hace cuatro meses.

“Nos organizamos y, dándole prioridad a la necesidad que tuviera cada familia, logramos que la adjudicación fuese compartida. Que en ese espacio donde se iba a construir, las personas más necesitadas de la comunidad pudiésemos obtener una vivienda. Ahora vivo ahí junto con mi hijo Anthony Rafael y su mamá”.

Gracias al aporte social que brinda en su comunidad, Díaz cuenta hoy no sólo con una vivienda digna para su familia, sino con todos beneficios contractuales que retribuyen su trabajo en una empresa del Estado.

Salario mensual, bono vacacional, bonificaciones navideñas, aporte para la educación de su hijo, seguro social, además de financiamiento de la empresa para seguir estudiando (en caso de optar por una universidad privada) y hasta plan vacacional para su hijo, son entre otros los derechos de los que goza en Orinoquia.

Rafael Díaz es enfático: “Uno de los más grandes beneficios es saber que trabajas en una empresa como ésta y cuando vas a la comunidad y ves los celulares dices ¡Mira! Eso lo hago yo”.

“Organización, riqueza intelectual, comunal y de oportunidad que integra y avanza en el desarrollo económico de la nación. Eso es para mí Orinoquia, son nueve letras que dan un mensaje claro y que yo transmito y aplico en mi comunidad”.

Prensa AVN
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Ubicacion: Cedeño, Venezuela

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