Una de las preocupaciones más hondas del presidente Hugo Chávez fue, sin duda, la búsqueda de los medios y los modos para romper los cercos mediáticos, endógenos y exógenos.
Lo sé porque, incluso, una vez me hizo la pregunta dura y exigente ¿Cómo, en lo concreto, rompemos los cercos mediáticos?
Y esa pregunta estará en pie durante mucho tiempo y yo, al menos, la asumo como compromiso permanente con el Comandante y con Venezuela, hasta que le encontremos respuestas concretas.
Hoy más que nunca es preciso diseñar un plan de acción. Ningún cerco mediático se rompe sin una acción política correcta.
Es preciso crear los puentes y es preciso llenarlos con los contenidos correctos.
Requerimos ensanchar el universo de los interlocutores que luchan contra el capitalismo, requerimos dominar las herramientas para el combate contra los cercos y requerimos mucha creatividad y soltura para relatar lo necesario de maneras invencibles y revolucionarias. Nada fácil.
Ya sabemos cuántas armas apuntan en nuestra contra, se han hecho visibles mil y una maneras de silenciarnos y de distorsionar los que queremos decirnos e incluso lo que nos hemos dicho.
Ya sabemos que el enemigo de clase tiene en sus manos los miles de recursos necesarios para tratar de borrarnos del universo de los relatos.
Y también sabemos cuáles han sido nuestras tácticas más poderosas y dónde están las fuerzas nuestras más invencibles para romper el cerco mediático que nos impongan.
Una de las claves es la movilización de los pueblos. Es de urgencia que hagamos de la movilización concreta, réplicas mediáticas constantes, por todas las vías que tengamos a mano.
No hay lugar para el cansancio, no hay lugar para el descanso. Venezuela y Chávez han dado grandes ejemplos y la clave es no abandonarlos. ¡Jamás!
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