lunes, 4 de febrero de 2013

Todo venezolano tiene su 4F

La rebelión cívico-militar contada por el pueblo


 
Marlene Vanegas, conocida como la Caperucita, recuerda que -aquel 4 de febrero de 1992- aunque no sabía si el teniente Hugo Chávez iba a ser presidente, estaba segura que ese era el hombre que le hacía falta a Venezuela

Cada venezolano que vivió la rebelión cívico-militar del 4 de febrero de 1992 tiene una historia que contar de cómo sintieron los hechos, como yo, que en ese momento era una niña.

Desde mi casa en Caño Amarillo pude escuchar los tiros en la madrugada. Recuerdo que mi madre nos bajó a mi hermana y a mí de la cama y nos dijo que era peligroso levantarse. No sabíamos qué pasaba ni de dónde venían los proyectiles.

Mi padre, que estaba en la calle, regresó y nos dijo que “esto es un golpe”. Yo siendo niña no entendía la expresión, pensé que le habían entrado a golpes a mi papá y a otras personas.

Mi mamá prendió la televisión y apareció Carlos Andrés Pérez, angustiado, diciendo que le habían intentado dar un golpe y que ahora todo está bajo control.

Luego vi a Hugo Chávez diciendo que “depongan las armas y que por ahora no se lograron los objetivos en Caracas”. Luego entendí qué había pasado y sentí que en Venezuela las cosas iban a cambiar.

Días después tuve la oportunidad de conocer en persona a Chávez en la cárcel de Yare.

Una amiga de mi mamá, Nancy Colmenares, primera esposa de Chávez, había anotado a mi familia en una lista de visitas para poder verlo los sábados.

Cuando llegamos lo vimos en un cuarto con poca luz. Nos abrazó a mi hermana y a mí. A ella le dijo: Eres una india bonita. Mi hermana se molestó y al paso él le explicó lo hermoso de ser un indio, y el aporte que le han dado a la Patria.

A mí sólo me aconsejó que leyera mucho para entender mejor la historia que tenemos y que cuando fuera mujer poder dar un aporte al futuro de Venezuela.

Así, otras personas han tenido sus vivencias y a continuación se muestran algunos compatriotas.


“¡Coño, por fin!” dijo Mario Silva

“Estaba en Valera como gerente del Bloque De Armas y me paraba todos los días a las 4,30 de la mañana. Acostumbro dormir con el televisor prendido. Cuando salió la noticia, lo único que me salió fue un ¡coño, por fin!”, dice Mario Silva, conductor del programa La Hojilla.

—¿No pensó que podría tratarse de un movimiento militar de derecha?

—No, porque después del 27 y 28 de febrero de 1989 tenía que venir algo más contundente.

—¿Usted sabía algo?

—Mantenía vínculos con camaradas que se estaban moviendo…

—¿Cuál fue su primera impresión respecto al comandante Hugo Chávez?

—Algo extraordinario… ver a un hombre tener los cojones de enfrentar al sistema, fue algo extraordinario.

—¿Qué instrucciones recibió de los jefes de la empresa en Caracas?

—No moverse, no sacar los vehículos porque “las hordas del 27 y 28 podían quemarlos”. Había una cagazón generalizada en todos los grupos de poder. Por eso fue que luego los partidos entregaron la cabeza de Carlos Andrés Pérez y trabajaron en una supuesta transición que el mismo Chávez se encargó de desbaratarles.

—¿Cómo ve ese episodio de insurrección armada, 21 años más tarde, cuando la Revolución tiene ya 14 andando por vías pacíficas?

—Pues, aún hoy pienso que por más que evadimos la vía armada será muy difícil que no ocurra en el futuro. Yo estuve en el Comité de Luchas Populares de Bandera Roja, cuando los hermanos Betancourt y digo que esa siempre ha sido una posibilidad. Uno se cansa de tanta pasividad. Bien lo dice Toby Valderrama (autor de la columna Un grano de maíz): “Ante la lógica burguesa, hay que anteponer la lógica revolucionaria”.


Mercedes Olarte vio a Chávez y corrió a conocerlo

Mercedes Olarte es integrante del Comité de Familiares y Amigos del 4F y del 27N, y hoy lleva en su pecho la alegría de haber conoocido al Comandante a los pocos días del alzamiento.

“El 4F estaba en mi casa y me impresionó ver por televisión al teniente coronel Hugo Chávez Frías responsabilizarse por la rebelión cívico-militar y quise conocerlo por la acción que él hizo y por enfrentarse a un sistema corrupto. Me acerqué al San Carlos donde estaba preso y vi cuando lo trasladaban de madrugada hasta Yare. 
 
Me impresionó su valentía y sabía que ese hombre nos podía ayudar a los pobres. Luego empecé a averiguar dónde quedaba Yare y hasta allá llegué. Conseguí un grupo de familiares y amigos de los oficiales rebeldes. Allí me integré y me comprometí a colaborar con el grupo. Iba todos los jueves y sábados hasta la entrada. 
 
Luego de tres meses me permitieron ingresar al penal de Yare. El presidente Chávez habló con su compañero Francisco Arias Cárdenas (Pancho) para que me autorizara la entrada porque se cuidaban mucho de alguna venganza. 
 
Al entrar, cada uno de los oficiales me dio su mano y un abrazo. Emocionada me puse a llorar. Formo parte del 4F, formo parte de la historia de Venezuela. Posteriormente, conformamos el Comité de Familiares y Amigos del 4F y del 27N. 
 
Lo creamos para protegernos y para que nos aceptaran adonde íbamos. Programamos misas en todas las iglesias de Caracas para pedir por la liberación de todos los oficiales que habían participado en el 4F. 
 
Cuando salieron en libertad, me comprometí a cocinarle al presidente Chávez por un año cuando vivía en la casa de la señora Sofía Torres (mamá del mayor Torres) ubicada en la calle 5 de Vista Alegre. Le pido a Dios que se mejore para que esté pronto con nosotros.

Mercedes Olarte vive en la calle 9 de

La Urbina. Tiene dos años trabajando en la farmacia del Palacio Blanco, donde otorgan medicinas gratuitas a personas que lo requieran.



Winston Vallenilla lo vio como “un terremoto” a los 17 años

Winston Vallenilla demostró con su “rodilla en tierra” el apoyo al presidente Chávez al asistir al acto de la toma de posesión del Comandante. Él ha dejado su apoyo al pueblo venezolano y su repudio a las injusticias que vivió cuando trabajaba en RCTV.

En 1992 él tenía 17 años y “Vivía con mi familia en El Llanito, desde ahí no se escuchó ningún disparo ni nada. Aunque era muy joven para entender cabalmente lo que estaba sucediendo, sí sentía una diferencia social increíble, sentía que había pobreza y también sentía el malestar de la gente por la crisis.

En esa época trabajaba ya en televisión y recuerdo que para nosotros, los actores, fue como un terremoto ver esas imágenes de la tanqueta encaramada en la puerta de Miraflores.

Era ya la mañana del 4 de febrero y recuerdo que mi padre y yo discutimos mucho la aparición del comandante Chávez en televisión. Aquella frase del “por ahora”, que terminó cambiando la historia venezolana y que le dio esperanzas de cambio a muchos venezolanos.

Mi padre me decía emocionado que Chávez era un tipo de buenas intenciones y eso se demostraba por el hecho de haber pedido, públicamente, que no se derramara más sangre y que él asumía la responsabilidad de sus actos.

Los hechos del 4 de febrero del año 1992 fueron producto del proceso que se venía dando en nuestras calles, el malestar y la rabia que había en esos años contra la corrupción y el enriquecimiento de unos pocos.

Afortunadamente, Venezuela ahora es otra”.


La Caperucita pasó la noche despierta

Marlene Vanegas, conocida como La Caperucita, contó su historia: “Trabajaba en ese entonces en una agencia de viaje en Plaza Venezuela. Vivía en la terraza de un edificio en Chacao. Ese día llegué temprano a la casa y le preparé la cena a mis cuatro hijos como a las 6 pm, y como a las 10 ya todos estaban dormidos. Mi esposo tenía un año de haber muerto. Como a la 1 am mi hijo, que trabajaba en la PTJ como detective, me llamó para informarme que había oído que estaban dando un ‘golpe de Estado’. Él iba por Tazón y traía un cadáver en la furgoneta procedente de Los Teques a la morgue de Bello Monte.

Yo estuve despierta toda la noche, escuché unos tiros desde La Carlota. Tenía el televisor prendido para saber qué pasaba y nada, y luego apareció Carlos Andrés Pérez, todo maquillado, diciendo que le dieron un golpe de Estado y la situación estaba controlada. Llamé a esa hora de la madrugada a mis jefes que eran chilenos y habían pasado por la dictadura de Pinochet, me dio pena y todo, pero lo hice.

Cuando vi a CAP sentí rabia y odio por él y deseaba que a aquel hombre que había dado el golpe no le pasara algo malo, porque en aquella época, al que se alzaba, lo mataban. Yo estaba pendiente de todo en la televisión.

Pusieron a Chávez en la pantalla a eso del mediodía, para que el pueblo lo repudiara, porque esa fue la idea de ellos (el gobierno de CAP). Pero cuando él dijo: “Por ahora”, fue como algo mágico y el pueblo admiró a aquel hombre que era un completo desconocido hasta ese entonces.

Yo no sabía que él iba a ser presidente, pero sí me dije: este es el hombre que le hace falta a Venezuela.

El mismo 4 de febrero la gente empezó a hacer compras nerviosas y yo lo que les decía era que había que apoyar a ese hombre. Me acuerdo que yo discutí con un vecino, Orlando Blanco, que era copeyano, y le dije ¿cómo tú vas a defender a ese hombre que ha hundido al país en una miseria, y había permitido que Venezuela se llenara de cerros y de droga?, porque aquí a nadie le importó el país ni el pueblo.

Ahora escucho a algunos adecos y copeyanos decir pueblo, y esa palabra queda muy grande en la boca de esa gente”.


La mamá de Aniluz lo vio presidente

Aniluz Serrano, consultor jurídico de la Esquina Caliente, relató que “en la noche del 3 de febrero yo estaba en Valera, Trujillo, durmiendo como todos los venezolanos. Como a las tres de la mañana me llamaron para precisamente decirme que había una especie de levantamiento. Era un amigo de Maracaibo que estudió conmigo Derecho. En la mañanita me enteré por los medios de comunicación de lo que estaba sucediendo. Sí, efectivamente, era un levantamiento militar que obedecía a los intereses de la Patria y el pueblo sabía que esa era una de las maneras de acabar con la miseria que estaba viviendo el país en aquella época.

Cuando yo vi a Hugo Chávez, que era un desconocido, diciendo la frase “por ahora” yo me emocioné, y hasta los más adultos, incluyendo a mi madre, que en paz descanse, decían en Trujillo: “Ese hombre va a ser presidente por mucho tiempo”.

La situación económica en Trujillo no estaba distante de la realidad de Caracas, había escasez de alimentos debido al paquetazo neoliberal que nos puso Carlos Andrés Pérez. Un ejemplo del descontento que ya había era con el Caracazo o Sacudón .

El desabastecimiento también fue porque algunos escondían los productos para luego sacarlos cuando les daba la gana a un precio exagerado. Pienso que todo eso junto provocó el 4 de febrero.

Luego podías ver grafitis en las paredes diciendo: “Golpe ya”.


Francisco Issa se quedó en el Km 0

El saxofonista Francisco Issa, miembro del colectivo La Mancha e integrante de Big Mandrake y Compasax, cuenta que para febrero de 1992 tenía 23 años y trabajaba con su papá vendiendo queso en Catia. Estudiaba música en un conservatorio en Caracas. Como muchos jóvenes de la época, sintió la enorme brecha social que puso el gobierno de Carlos Andrés Pérez. “Yo me acosté muy temprano la noche del 3 de febrero y a las 3 am nos levantamos mi padre y yo para disponernos a ir al mercado. Era martes y tenía clase de música en la tarde en el conservatorio.

Mi papá y yo salimos de la casa en El Junquito en su Ford Galaxie 500 del 78, y en el momento en que llegamos a la alcabala del kilómetro cero no nos cedieron el paso. No sabíamos qué pasaba. Nos regresamos a la casa y fue cuando vimos por la televisión a Carlos Andrés Pérez hablando del golpe de Estado. Luego, cerca del mediodía apareció Chávez en las pantallas, así fue que lo conocí y sentí una emoción; sabía que había gente que reaccionaría ante las injusticias y miserias del gobierno de CAP, pero al mismo tiempo me sentí mal porque no se hizo efectivo ese cambio que estábamos esperando.


Ministra Nancy Pérez: “Sólo me senté y me puse a llorar”

La ministra para la Mujer e Igualdad de Género, Nancy Pérez, contó: “Yo fui parte del grupo de civiles que estuvo en la rebelión del 4 de febrero en el estado Carabobo. Pero primero voy a destacar que en octubre del año anterior un grupo de militares nos había convocado para reunirnos cerca de mi casa y conformar un equipo que iba a luchar por la patria por la parte civil, ya que aquellos militares tenían el ideal de luchar juntos con los civiles.

Yo militaba con el Partido Revolucionario de Venezuela, y me tocó estar pendiente de la parte logística en el momento en que se activase el alzamiento. En eso yo organicé a un grupo de mujeres para que hicieran unos brazaletes tricolor, los cuales identificarían a los compañeros que estaban en el equipo de rebelión. Esa era la idea, que nos identificáramos y los militares supieran quiénes éramos los que estaban en la toma.

Mi esposo de aquel entonces, Argenis Loreto (en 2009 alcalde del municipio Libertador de Carabobo) también estuvo en la organización, así como el ahora diputado Saúl Ortega.

Yo me encargué de la movilización, la comida, la identificación, como estaba previsto, pero no sabíamos el día en que se iba a activar toda esa logística que estábamos organizando.

Un día, llegando yo de la universidad, -estudiaba medicina-, recibí una llamada para que nos activáramos porque se iba a dar la toma de Valencia. En eso yo activé mi logística, tenía los brazaletes, se los entregué a todos los que iban a participar. Me asignaron la tarea de verificar que se hubiera tomado el aeropuerto, el Comando de la Guardia Nacional y otros lugares también.

Esa noche del 3 de febrero, el medio de comunicación que teníamos era el transporte, había pocos teléfonos donde nos pudiéramos comunicar. Estábamos toda la noche verificando, identificando a nuestros compañeros y entregando panfletos para que el pueblo se uniera a la rebelión. Estábamos cansados de tanta miseria en el país.

Junto a otros compañeros estábamos monitoreando el movimiento civil. Puedo decir que la parte militar estaba muy bien organizada. El capitán Luis Balderrama, que fue el que se encargó de coordinar todas las acciones militares en Carabobo junto con los civiles, nos notificó que ya la rebelión estaba en desarrollo.

En Carabobo las acciones fueron exitosas, desde lo civil y militar, todo se veía bien, todo estaba tomado. Recuerdo que había varios carros en caravana anunciando que “hay que acabar con el Gobierno”, muchos de ellos eran estudiantes.

A todas esas no había mucha comunicación con Caracas, pero en eso prendimos la televisión en un lugar y vimos aparecer a Carlos Andrés Pérez, todo barbudo y como si viniera de la playa con una camisa hawaiana, anunciando que había un golpe y diciéndole al pueblo que saliera a defender la democracia. Luego a la hora sale de nuevo todo arreglado y maquillado diciendo que todo estaba controlado. Después veo al chupamedias de Eduardo Fernández respaldando a Carlos Andrés Pérez.

No podía creer eso, salimos un grupo a recorrer la zona y verificar que todo estaba controlado en Carabobo. Y así era. La policía estaba controlada. Todo. Pero no teníamos nada claro, no había certeza de nada porque la comunicación falló. Creo que esa fue nuestra debilidad. Desde Caracas no se sabía nada, solo lo que se veía en la televisión y eso no lo podíamos creer.

Ya estaba amaneciendo y, aunque la situación no estaba clara, seguíamos firmes todos. Luego me fui a mi casa a cambiarme de ropa. Prendí la tele y vi al comandante Chávez y me dije: ay, ese es el mismo que nos había hablado en la reunión de octubre. Pero cuando dijo que ‘depongan las armas porque los objetivos no fueron logrados en Caracas y que era tiempo de evitar derramamiento de sangre’, yo sólo me senté en la cama y me puse a llorar”.


Mi hermano estaba en la rebelión

Sonia Díaz Reyes, hermana del mayor Carlos Díaz Reyes, que participó en la rebelión Cívico Militar en Miraflores, cuenta su historia.

“No sabía que iba a pasar eso. Nos enteramos porque en la madrugada unos vecinos nos llamaron. Yo vivía en Petare, sector Los Cerritos. Nos dijeron: ‘Mira mira, prende la televisión’. Eso fue como a la 1 am del 4F. Nos paramos todos en la casa y prendimos la televisión y dije: ‘¡Ay, Dios mío! son los militares. A mí ni me llamaron por teléfono, no tenía información de nada. Bueno, los militares son muy disciplinados, mi hermano nunca me dijo nada cuando me visitaba.


El 4F me agarró la angustia porque sabía qué él estaba ahí.

Conocí al comandante Chávez ese día que apareció en la pantalla. Empezamos a llamar a Fuerte Tiuna y a los conocidos, y nada que respondían; hasta que por fin nos dijeron que el mayor estaba de comisión. Fue lo único que supimos. Como a las 4 de la tarde nos dijeron que un grupo estaba detenido y nos fuimos al cuartel San Carlos e hicimos una cola larga a ver si mi hermano estaba ahí. No vi a Chávez porque a él lo trasladaron después. Luego nos informaron que a otro grupo lo llevaron a Fuerte Tiuna”.
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