viernes, 19 de abril de 2013

José Luis, el carpintero mártir de La Limonera


 Ya no podrá sembrar en el cultivo organopónico del urbanismo La Limonera, de la Gran Misión Vivienda Venezuela, no podrá ir a leer textos políticos ni discutir con sus compañeros en la sala de Batalla, no podrá saludar a sus vecinos con la sonrisa y los “buenos días” que lo caracterizaban, ni podrá darle la bendición a sus seis hijos porque a José Luis Ponce Ordóñez, militante del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) le dieron un tiro en la cabeza luego de salir a defender un Centro de Diagnóstico Integral (CDI) de Piedra Azul, en Baruta.

En dos semanas, la Brigada Agroproductiva Socialista La Limonera tenía previsto cultivar cebolla. Ponce fue uno de los primeros que se involucró con el proyecto, cuando arrancó hace dos años, y empezó a organizarse con otros vecinos para sembrar. Sus manos cosecharon pimentón, ajoporro, calabacín y tomate con lo aprendido en los cursos de agricultura ofrecidos por el Gobierno. “Le gustaba mucho trabajar en equipo”, dice Douglas Cabello, vocero de la brigada.

Una vez hicieron “un experimento”, dejaron a temperatura ambiente un pimentón tratado con químicos y otro cultivado por ellos. El primero empezó arrugarse al tercer día, el segundo duró un mes. “Vendíamos productos sanos, sin pesticidas y a precios solidarios a la comunidad”.

Douglas lamenta el asesinato de su compañero. Con él sembraba las hortalizas en la casa de cultivo número tres. Para la siembra de verano, cuando entierren las plántulas de la cebolla, José Luis no estará.

Según los testimonios, Ponce fue asesinado en la zona clase media de Monte Pino, a unos 50 metros de la entrada de La Limonera, tras regresar del CDI de Piedra Azul. Minutos antes le habían informado de un posible asedio de grupos antichavistas a las instalaciones del centro de salud.

Padre, carpintero, militante, luchador

Con 45 años de edad, José Luis dejó huérfanos a seis hijos, el mayor de 20 años la menor de 6, pero también dejó un vacío en el resto de su familiares, amigos, y compañeros. Sostenía a los suyos con el producto de su trabajo como carpintero y no se negaba a colaborar con los demás.

“Yo era el hermano más apegado a él, viví con él, sé lo que le molestaba: no le gustaban las injusticias, era muy pacífico”, relata su hermano menor, Edgardo Ponce, el último de diez hijos que tuvo la señora Gladys Ordóñez.

“Mañana es el cumpleaños de mi mamá, imagínate el impacto que significa eso para ella, cumplir años a cuatro días de la muerte de tu hijo”, expresó.

Comunidades de Petare, el 23 de Enero, y Santa Cruz del Este, en Baruta, lo recuerdan como un luchador, así como sus vecinos del barrio Los Picapiedras, quienes destacan su capacidad para la organización. “Antes de hacer las cosas él las planeaba, las analizaba y después las ponía en práctica”, resalta su hermano.

Alrededor de su féretro se dispusieron al menos una decena de coronas fúnebres de instituciones, amigos y familiares. Su familia estuvo sentada a su lado llorándolo y decenas de personas fueron a despedirlo: el Presidente electo Nicolás Maduro, miembros de la Fuerza Motorizada, de la cual formaba parte; compañeros de la Brigada Agroproductiva, sus pares de la Milicia Bolivariana y militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), entre ellos, Cándida Rojas, quien además es docente en un Simoncito.

La última vez que lo vio fue el sábado 13 de abril, cuando él se lamentó del fracaso de una actividad para la comunidad de La Limonera: “Cónchale, cámara, lo del Mercal que estábamos organizado se cayó”, le dijo.

Se conocieron hace diez años, él vivía en Los Picapiedras, y empezaron a organizarse. Luego José Luis Ponce impulsó la creación del Consejo Comunal La Limonera parte Baja y compartieron discusiones en la Sala de Batalla, leían desde el Manifiesto Comunista hasta Las Venas Abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano y más recientemente debatían sobre Las Líneas Estratégicas del Presidente Chávez.

“Nunca lo veías triste, tenía en la cara una sonrisa todo el tiempo”, expresó. Como era muy sociable y “tenía sangre dulce, las mujeres se le acercaran” y sus compañeros de partido le advertían entre bromas: “Mosca, Ponce, mosca”.

Sus vecinos lo recuerdan por sus “buenos días” en la mañana, por el compromiso con sus hijos y por ser consecuente con sus ideales políticos y con el trabajo social. Como “mártir y héroe de la Patria” fue declarado por el Presidente Maduro y se comprometió a no abandonar a su familia, a ser un padre para ellos.

A unos metros de su féretro, frente a otro edificio de la Gran Misión Vivienda Venezuela, estaba siendo velada Rosiris Reyes, quien también fue baleada, y tras dos días de agonía, murió el miércoles. Dejó tres hijas huérfanas.

Ambos recibieron la Orden Libertadores y Libertadoras en su primera clase, de la manos del Canciller Elías Jaua, quien dijo que la mejor venganza para estos luchadores, además de hacer justicia por sus crímenes es que se construyan más CDI, más escuelas y más liceos.

Aunque los nombramientos no le devolverán la vida de su hermano, Edgardo Ponce dice que todos los reconocimientos recibidos le dan aliento y ánimos a su familia para no desfallecer, para seguir la lucha.

Prensa Agencia Venezolana de Noticias Prensa 
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Ubicacion: Venezuela

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