domingo, 9 de marzo de 2014

Chávez y la fuerza moral del pueblo son invencibles para la derecha fascista por Pedro Ibáñez



Caracas, 05 Mar. AVN.- Este miércoles se cumple el primer aniversario de la trascendencia del comandante eterno Hugo Chávez, momento en el que su pueblo lo acompaña para juntos enfrentar una vez más las maniobras repetidas de una derecha que no ha comprendido la dimensión real de los cambios políticos que se han dado en Venezuela desde hace 15 años.

En este punto de inflexión, significado por su ausencia física más no espiritual, la derecha reedita sus métodos golpistas con el mismo objetivo que tuvieron luego de la victoria popular de 1998, la "salida" del gobierno revolucionario, la desmoralización del poder popular y revertir los avances alcanzados en materia social.

Con los mismos argumentos del "castrocomunismo", el "fraude electoral" y la "pérdida de popularidad" con que atacaron siempre a Chávez, lo utilizan contra el presidente Nicolás Maduro, hasta generar acciones violentas que en una nueva oportunidad buscan detener a la Revolución Bolivariana.

El ataque al pueblo organizado, la negación al diálogo de paz, las agresiones por medio de las guarimbas, son nuevas versiones de manidos métodos desempolvados para resistirse al avance del proceso de reivindicación popular iniciado por el comandante supremo de la revolución.

La ofensa contra el líder

La victoria popular de Chávez en 1998 y luego su ratificación en 2000, con Constitución Bolivariana mediante, produjo que los factores más rancios del poder se agruparan como un adversario común, reuniendo a la cúpula empresarial, los viejos sindicatos, medios de comunicación y la alta burguesía en un sector autodenominado "sociedad civil" que desde un primer momento trabajó para sacar a Chávez por vías golpistas, totalmente anticonstitucionales y antidemocráticas.

"Cuando a partir de 2001 o 2002, empezaron las campañas tan violentas, tan caricaturales, en las que se le trataba de dictador, de caudillo, de golpista, ya desde entonces, me pareció que había una exageración hasta alcanzar los niveles que hemos visto estos años", comenta en una entrevista transmitida por Telesur, el periodista Ignacio Ramonet.

Esta "sociedad civil" y su rostro del fascismo ha estado al frente de los llamados a paro en 2001, en el golpe de abril de 2002, la persecución de dirigentes chavistas y el asesinato del pueblo en Puente Llaguno, el sabotaje petrolero y la destrucción de instalaciones de Pdvsa de 2002-2003, en las guarimbas de 2004, los llamados a desconocimiento de resultados electorales y la violencia.

“Tanto la oposición como sus intelectuales abordaron al líder, al personaje, al símbolo desde el desprecio, desde la subestimación. Nunca lo abordaron como la expresión de cambios sociales y políticos profundos que estaban ocurriendo en la sociedad venezolana”, explicó el director de la agencia encuestadora Hinterlaces, Oscar Schemel, entrevistado el pasado domingo por el periodista José Vicente Rangel.

Ataques al poder popular

La principal meta del Comandante Supremo fue darle poder al pueblo, tarea que inició conformando los Círculos Bolivarianos, Mesas técnicas de agua, Comités de tierra y de salud, hasta evolucionar en la actualidad en Consejos Comunales y otras formas de organización de base como colectivos de artistas, cultores o movimiento de pobladores, todos orientados por su palabra y liderazgo.

Sin embargo, la derecha con el argumento del comunismo y señalamientos con desprecio acerca de las "hordas" violentas ha atacado al movimiento popular organizado y el marco legal que lo sustenta como la Ley de las Comunas, a la que el derechista Julio Borges calificó de modelo marxista "de contrabando".

Otro ejemplo fue el intento de desmoralización de las fuerzas chavistas por parte de Henrique Capriles, quien expresó en marzo de 2013 la frase "Chávez no está, nadie se los puede devolver", en un mensaje dirigido precisamente a esa base popular a la que ansió caerle bien, emulando el discurso de Chávez, para las elecciones de octubre de 2012.

“Uno de los logros fundamentales del presidente Chávez es haber convertido sus ideas en un vasto movimiento popular, en una comunidad emocional, en una cultura política”, afirmó Schemel para referirse tanto a las formas de organización como al movimiento de masas que llevó a Chávez en repetidas oportunidades a la presidencia y además lo restauró en el poder el 13 de abril de 2002.

Ese movimiento popular continúa siendo el primer objetivo dentro de las pretensiones de esta derecha para acabar con el proceso revolucionario, como lo demuestra la reciente condena a los “colectivos”, injustamente responsabilizados por los destrozos perpetrados por grupos de choque de la ultraderecha fascista en Caracas y en algunos estados del país.

El augurio del fraude

Chávez ganó sus primeras elecciones con el 62.46% de los votos, elección que fue ratificada en 2000. Luego del golpe de Estado y sabotaje petrolero, la derecha se enfrentaba a un líder fortalecido y en medio de sus pugnas internas se decantó por la vía constitucional para solicitar un referendo revocatorio presidencial, el cual se incluirá en la serie de derrotas acumuladas durante 15 años.

Luego de los resultados electorales desfavorables para la oposición en el referéndum se iniciaron los señalamientos de "fraude", "autoridades electorales parcializadas" o "software inauditable" que se hicieron tradición dentro de las acusaciones hechas por un derecha impotente en cada contienda electoral, que obvia en su argumentación la pública la participación de sus representantes políticos y técnicos en todas las fases del proceso electoral.

"Ojalá la burguesía abandone sus planes e ideas de violencia, aunque hay razones para estar siempre alertas. Ojalá que reconozcan a las instituciones del Estado venezolano, como el Consejo Nacional Electoral (CNE) y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, así como la decisión del pueblo y no vayan a salir con cuento de fraudes", expresó Chávez en 2012 en el estado Barinas, durante su campaña electoral.

Pero el canto de fraude ha permanecido en la agenda de la derecha, que no reconoce la transparencia del árbitro electoral y guarda una agenda violenta para los resultados adversos, como en las elecciones del 14-A cuando el antichavista Capriles, respaldado por los medios privados, manifestó no aceptar la victoria de Nicolás Maduro y mandó a descargar una “arrechera” que terminó con destrozos a los Centros de Diagnóstico Integral (CDI) y el asesinato de miembros de la base popular chavista.

El rostro del fascismo

El proceso bolivariano se enfrentó desde un primer momento a los intentos desestabilizadores radicales disfrazados de desobediencia civil que acompañaron las acciones de calle "para sacar a Chávez", junto a llamados a la violencia como alternativa para la toma del poder.

Estas maniobras son reeditadas nuevamente desde el ala más radical de la derecha, con acciones violentas que terminarían “cuando logremos sacar a quienes nos están gobernando”, como expresó el activista de la ultraderecha Leopoldo López el pasado 12 de febrero.

Con guarimbas programadas con el mismo guión del ultraderechista Robert Alonso en 2004, antes del referendo presidencial, iniciaron una escalada de agresiones para solicitar la "renuncia" del Poder Ejecutivo y mostrar una imagen distorsionada del país ante la opinión pública internacional, como parte de la campaña mediática antichavista articulada en el extranjero.

La realidad está en el rechazo que el pueblo ha manifestado ante estas acciones violentas, focalizadas en ghettos de la burguesía, en pequeñas urbanizaciones de clase media de algunas ciudades, impuestas por los radicales de forma impopular, sin ser replegados por los alcaldes opositores de sus municipios y cuyas consecuencias han sido víctimas civiles y militares.

Negativa al diálogo

En los momentos de más alta polarización siempre destacó el llamado a la paz hecho por parte del presidente Chávez, como ocurrió luego de que el poder popular derrotara al gobierno de facto instalado en abril de 2002, cuando convocó a diversos sectores del país para conformar mesas de diálogo y una conciliación con el sector de la industria petrolera, que a sus espaldas preparó un sabotaje insurreccional.

“Un grupo de dirigentes de la derecha le declaró la guerra al país. Se creían poseedores de la verdad habiendo perdido todas las elecciones en el 98 y el 99”, recordó el presidente Nicolás Maduro en su acto de proclamación como presidente constitucional.

Ante los constantes llamados a la paz que desmontan las agendas violentas, la derecha utiliza como recurso la mentira para justificar sus acciones. Así como en el pasado se valió de mitos como el del "castrocomunismo", hoy habla de "dictadura" y "tiranía" para negarse a participar en las Conferencias de paz convocadas por el presidente Maduro, como lo manifestó la llamada Mesa de la Unidad Democrática el pasado 26 de febrero.

“Ni pitas, ni aplausos, ni consignas, esto es un acto para el diálogo, lo más amplio posible, tolerante y respetuoso. Hemos abierto la casa para eso”, indicó Maduro al dar inicio a esta cita en el Palacio de Miraflores, donde los grandes ausentes fueron los representantes de la coalición opositora.

Mientras, el pueblo no ha caído en provocaciones ante la guerra psicológica y aunque conminado en días pasados a no disfrutar el carnaval, para continuar con las guarimbas, las playas venezolanas estuvieron repletas de turistas y la gente celebró las fiestas en los espacios públicos de pueblos y ciudades, mientras la derecha afirmaba que entraría en una nueva fase de la "protesta".

El presidente Chávez, el 2 de febrero de 2000, en su discurso ante la Comisión Legislativa Nacional, cuando cumplía su primer año de gobierno, expresó: "Sencillamente soy un granito de arena en el torrente o una paja en el viento; o soy una gota de agua en la ola. Sencillamente eso".

"Y como gota de agua dentro de esta ola, invito a la ola a que siga su camino. Ese camino es difícil, este camino es largo, este camino duro, riesgoso. Pero como dijo Argimiro: 'Ese es el camino'...", dijo el comandante supremo en aquella oportunidad, hoy desde la eternidad donde permanece, como fuerza moral del pueblo.
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