miércoles, 15 de agosto de 2012

“Sin Chávez yo no sería hoy médico”

Cuando presentó por cuarta vez el examen de admisión para medicina en la Universidad de Cartagena, Edinson Henríquez, colombiano de nacimiento y venezolano de crianza, aceptó que su pretensión de ser médico en Colombia era muy ambiciosa para alguien de los estratos 0 y 1, los más pobres.


Competía con 8 mil aspirantes por 90 cupos, que se reducían a 30, ya que 60 los reservaban para familiares de políticos y de profesores de la misma universidad.

En Venezuela, una década después, es uno de los primeros 8 mil 125 egresados del Programa de Formación de Médicos Integrales Comunitarios, creado en 2005.

Dice con convicción que “sin el Comandante Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana no sería médico” y que, probablemente, ni siquiera estaría en el país.

Hoy le sirve a los mil habitantes de la comunidad rural El Naranjal, ubicada en Los Altos Mirandinos, cerca de Caracas.

MIGRACIÓN, MACRO Y MICROECONOMÍA

Nacido en 1982, en la costa colombiana, sus padres, Edinson y Margarita, decidieron migrar a Venezuela en busca de oportunidades.

El jefe de familia tenía empleo como soldador en Sidor, y en 1984 se instalaron en Santa Cruz de Figueroa, comunidad rural cercana a Caracas, y adyacente a San Antonio de Los Altos.

Allí nacieron sus dos hermanos, mientras vivían en casas alquiladas y su padre trabajaba en una fábrica de ascensores de la zona.

Estudió primaria en la escuela Mariano Picón Salas y conoció la discriminación. Los extranjeros no recibían útiles ni uniformes.

Eran años en que la policía buscaba indocumentados para deportarlos sin derecho a la defensa.

Con las medidas neoliberales del Gobierno de Carlos Andrés Pérez la situación se deterioró pues el padre quedó sin empleo por la contracción de la economía.

Vendieron algunos bienes para mantenerse, pero conservaron un terreno donde pensaban construir su vivienda. Y, finalmente, en 1994 regresaron a Colombia.

UN INGRESO IMPOSIBLE A MEDICINA

Allá, Edinson estudió su bachillerato en el liceo privado Caribe Real, donde sólo la inscripción costaba el equivalente de Bs mil 500. Esto debido a que el sistema público ofrece pocos cupos, faltan escuelas y los mecanismos de ingreso son engorrosos.

El padre fue taxista, manejó un camión cervecero y finalmente se vino a Venezuela a buscar trabajo. Lo hizo dos veces más, en 1999 y, la definitiva, en 2002.

Antes de terminar el liceo, Edinson decidió ser médico. Problemas de salud familiares lo convencieron. Y en 1999 se inscribió en la prueba de casi mil preguntas en la Universidad de Cartagena, previo pago del equivalente a mil bolívares.

Superó los 700 puntos pero su ingreso era imposible. Una norma decía que quienes aprobaran y fueran de estratos pobres, recibirían asesoría para cambiar de carrera.

Pese a eso lo intentó nuevamente en el 2000, 2001, 2003 y 2004.

En paralelo, al final del 2000, ingresó a un curso de Contabilidad Técnica del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), conocido como la universidad de los pobres.

REVOLUCIÓN DE OPORTUNIDADES

El padre se radicó nuevamente en Venezuela en 2002, año del golpe de Estado y del sabotaje petrolero. Logró en menos de dos años obtener ingresos para mantenerse él, enviar dinero para la familia en Colombia y preparar el regreso del grupo.

Comenzó a ofrecer sus servicios de herrería y fue conquistando clientes. Consolidó una unidad productiva con equipos y maquinarias, compró un vehículo y comenzó a construir una casa.

El terreno que habían dejado hacía 8 años seguía allí: ni Chávez se los expropió, y tampoco lo habían invadido, como indicaba la propoganda de oposición.

En el 2004, mientras familias de capas medias se iban del país, la de Edinson y Margarita regresaba con la esperanza fortalecida y la tranquilidad de tener garantizado su sustento.

REGRESO POR LOS CAMINOS VERDES

Edinson no regresó con la familia. Había terminado los estudios y logró un trabajo de medio tiempo en una agencia de viajes donde recibía el equivalente de 300 mil bolívares para la época.

Ese año nació su hijo y “ahí comenzó la época más dura”. Tuvo que buscar trabajos eventuales. Apenas podían pagar los alimentos y gastos básicos del bebé.

La noche del 22 de julio de 2004 decidió regresar.

Sólo él tenía documentos venezolanos, por lo que contrató a unos transportistas de origen wayúu, conocedores de trochas y “caminos verdes”.

En vehículos rústicos, a alta velocidad en caminos de tierra, cruzaron la frontera.

Aunque la casa familiar no estaba terminada había espacio para todos y comida “por cantidad”.

Se convirtió en ayudante de su papá en la herrería. Y los fines de semana era mesonero en un restaurante de El Hatillo.

CASI 7 AÑOS DE ESTUDIOS


En mayo de 2005 comenzó el curso premédico para la primera cohorte de médicos integrales.

Edinson lo hizo en el núcleo docente del municipio Los Salias, junto con otros 9 estudiantes: 6 mujeres y 3 hombres. Sus centros de aprendizaje fueron los consultorios de Barrio Adentro y el CDI de Los Helechos.

Los diez lograron culminar la carrera y ahora prestan sus servicios como médicos en hospitales y centros de salud tradicionales.

Para Edinson, las dificultades incluyeron la necesidad de trabajar los fines de semana, no poder gastar en diversiones y estudiar más materias como bioquímica, que es de las más díficiles.

“Cuando yo logro graduarme eso fue lo más grande y glorioso para mi padre. Se sentía realizado. Porque él dice que la única riqueza que nos va a dejar es esa educación, ese proceso de formación en el cual el me dió su apoyo”, concluye la mirada retrospectiva.

Salud para todos

“Nosostros tenemos una formación de base social y creemos que la salud es un derecho que debemos tener todos y que además debe ser gratuita”, asi define Edinson Henríquez su visión del quehacer médico.

“Yo les digo a mis pacientes que soy graduado en Revolución. Que todo este servicio que estamos dando, que tenemos medicamentos, que el médico lo va a visitar a su casa, es gracias a este proceso revolucionario y que nuestra acción está basada en el socialismo”, agrega convencido.

Asegura que de no haberse desarrollado la Revolución Bolivariana aquí estaríamos igual que en Colombia.

“Yo no habría tenido acceso a la universidad, y hoy sería mototaxista o un vendedor informal, como les pasó a mis primos colombianos”, dice.

Cree que sin el apoyo de Cuba y sus médicos el proceso de formación habría sido mucho más duro.

“Han sido el apoyo directo al proceso de educación en salud, ellos se metieron en las comunidades”, agrega Edinson.

Hoy reconoce el valor de la relación médico-paciente esencial en el modelo de Barrio Adentro

Igual oportunidad

—¿Qué es el socialismo para un médico integral?

—Para mi, el socialismo es el momento donde tendremos una sociedad sin discriminaciones y con las mismas oportunidades para todos y todas.

—¿Y crees que lo estamos logrando?

—Sí se está logrando, a pesar de los ataques de la oposición y de los que controlan el capital. Hemos avanzado mucho y cada vez tenemos mejores condiciones de vida.

—¿Es necesario mantener a Chávez en el Gobierno?

—Es indispensable que él se mantenga, que siga siendo el líder de la Revolución y del Estado. De lo contrario, van a acabar con muchos cambios y logros de este proceso. Pero, además, debemos tomar conciencia de que nos corresponde mantener esta Revolución para siempre.

—¿Cuál es el impacto de 8 mil médicos en el sistema de salud?

—Ahora en todas partes se consigue un médico integral, eso ha permitido que actualmente se preste el servicio sin problemas en todos los centros de salud del país.

VICTOR HUGO MAJANO/ CIUDAD CCS
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Ubicacion: Cabudare, Venezuela

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