Publicado el 22 de noviembre de 2012
Amy Goodman
“El pueblo palestino quiere que se termine la ocupación”, escribió esta semana en su columna Gideon Levy, periodista israelí y ganador de varios premios. Es así de sencillo. Este último ataque israelí contra la población de Gaza no es un acontecimiento aislado, sino que forma parte de los 45 años de ocupación por parte de Israel de la porción de tierra que se extiende entre ese país y el Mar Mediterráneo, donde viven 1,6 millones de personas bajo un terrible bloqueo que los priva de las necesidades más básicas para vivir. Sin el firme apoyo de los partidos Demócrata y Republicano de Estados Unidos a las fuerzas armadas israelíes, la ocupación de Palestina no existiría.
Al momento de escribir esta columna, la cifra de muertos en Palestina en el octavo día del ataque, denominado Operación Pilar Defensivo por las Fuerzas de Defensa de Israel, supera los 160, más de la mitad de los cuales son civiles, entre ellos 42 niños y 11 mujeres. Hamas disparó cientos de cohetes de Gaza a Israel que, a la fecha, han matado a tres civiles israelíes.
El Presidente Obama dijo el domingo: “Ningún país en el mundo toleraría que lancen misiles contra sus ciudadanos desde fuera de sus fronteras. De modo que apoyamos plenamente el derecho de Israel de defenderse de los misiles que impactan en las casas y en los lugares de trabajo de la población y que tienen el potencial de matar civiles”.
Richard Falk, Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados, profesor emérito de Derecho Internacional de la Universidad de Princeton y autor de más de 50 libros sobre la guerra, los derechos humanos y el Derecho Internacional, afirma: “Nadie cuestiona el derecho a la defensa. La pregunta es: ¿cuándo y de qué manera es justificado?”
Richard Falk continuó: “Ahora, al igual que en 2008, cuando Israel lanzó un ataque devastador similar contra la población y el pueblo de Gaza, había alternativas. Este tipo de enfoque con respecto a la seguridad genera un nuevo ciclo de violencia de un nivel de intensidad más alto. Y me parece que ya es hora de que la comunidad internacional asuma algún tipo de responsabilidad en la protección de la población de Gaza”.
Según un artículo publicado en la revista de medicina británica The Lancet, las fuerzas armadas israelíes han matado a más de 6.000 palestinos desde el año 2000. Como consecuencia del sitio y el bloqueo ilegales la población palestina es maltratada en los puestos de control, encarcelada arbitrariamente, privada de agua potable y de saneamiento y sufre desnutrición crónica. El reconocido lingüista y escritor Noam Chomsky visitó Gaza recientemente y describió el lugar como la mayor prisión al aire libre del mundo.
Poco antes de que se concretara el cese del fuego, hablé con la Dra. Mona El-Farra en Gaza. El-Farra es la directora de salud de la Sociedad de la Media Luna Roja palestina de la Franja de Gaza que, como parte de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, está protegida en virtud del Convenio de Ginebra. La Dra. El-Farra me dijo: “Las aeronaves aún están sobrevolando el cielo, al igual que los aviones no tripulados, y se puede oír el ruido del bombardeo intermitente en ambos lados. La gente está tensa, espera que haya un cese del fuego, pero no quiere un cese del fuego a cualquier precio. Queremos que Israel nos garantice que esto no volverá a suceder”.
Le pregunté a la Dra. Mona El-Farra cómo es tener que soportar un ataque aéreo: “El ataque es constante y directo. Cada dos minutos, en el área donde estoy, hay aviones que bombardean a 100 metros de mi edificio. Es posible oírlos desde otras áreas, porque es muy ruidoso: aviones F-16 que provocan grandes explosiones. Todo el edificio tiembla y algunas de mis ventanas se han roto”. La Dra. El-Farra y su hija de 20 años se refugian bajo la mesa durante los bombardeos. Duerme apenas algunos minutos de corrido. “En cada ataque es posible ver las explosiones desde mi ventana, el fuego y el humo”.
La Dra. El-Farra camina valientemente por las calles de la ciudad para cumplir con sus responsabilidades como miembro de la Sociedad de la Media Luna Roja. Han establecido líneas telefónicas de ayuda psicológica para los habitantes de Gaza que deben enfrentar la muerte de seres queridos o soportar las heridas, y que viven estresados por los persistentes bombardeos aéreos y la amenaza inminente de una invasión terrestre. “Los niños en Gaza viven aterrorizados. Son niños que no tienen suficiente agua, que no tienen suficientes alimentos ni medicamentos. Hay cada vez menos medicamentos en las tiendas y en los centros médicos. Y en esas condiciones, los niños no tienen un lugar seguro adonde ir. No hay ningún lugar seguro en Gaza. Muchas familias han abandonado sus hogares para mudarse a lugares más seguros de la ciudad o a campamentos de refugiados, donde vuelven a ser bombardeados. De modo que ningún lugar es seguro. Algunos de mis amigos me dijeron que me mudara de mi apartamento. Decidí quedarme en mi casa, pero quiero asegurarme de tomar mis propias precauciones para protegerme y para proteger a mi hija. No sé qué sucederá si esta locura continúa. La comunidad está totalmente traumatizada. La última semana ha sido un infierno para nosotros. Es horrible”.
Jody Williams, Premio Nobel de la Paz en 1997 por su trabajo en la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Terrestres y presidenta de la Iniciativa de las Mujeres Premio Nobel, me dijo: “Es muy difícil considerar ‘defensa propia’ lo que está haciendo Israel, tal como ellos lo describen, cuando el hecho es que Israel está ocupando el territorio palestino. Es un castigo colectivo. No podemos apoyar un castigo contra una población entera debido a las políticas y ataques de Hamas. Es ilegal”.
La solución es sencilla y mejora las posibilidades de seguridad para ambas partes: hay que poner fin a la ocupación.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2012 Amy Goodman
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