“Por ahora”, dos palabras que anunciaron el fin de un ciclo histórico en nuestro país y el inicio de una era que concibe la vida como esencia. Desde hace 14 años el “Por ahora” es un ¡Para siempre!
El 3 de febrero de 1992, el presidente de la República de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, en un episodio que simbolizaba lo que las cúpulas del poder político y económico venezolano impulsaban en Venezuela, llegaba proveniente nada más y nada menos que de un viaje realizado a los Estados Unidos y a Davos, Suiza, a fin de participar en el Foro Social Mundial, uno de los espacios predilectos para la imposición de las medidas neoliberales por parte de los países potencia hacia los países subyugados.
A su llegada al país, Pérez recibió información de su ministro de Defensa, Fernando Ochoa Antich, relacionada a “ciertos rumores sobre sospechosos movimientos de tropas”, pero terminó tranquilizando tanto al presidente sobre el control de la situación que el propio mandatario decidió no dirigirse a Miraflores sino a La Casona a descansar, luego de negociar, una vez más, la entrega de nuestro país.
La operación Zamora estaba ya activada y desenvolviéndose, nombre que tendría el levantamiento militar comandado por el teniente coronel, Hugo Chávez Frías. La operación se inició en la tarde del día 3 y estalló en la noche, con la participación de 2.357 jóvenes militares guiados por Chávez, quien se encontraba en el Cuartel Militar de La Planicie. Los participantes pertenecían a 10 batallones de las guarniciones militares de los estados Aragua, Carabobo, Miranda, Zulia y el Distrito Capital.
Esta insurrección tuvo como protagonista social al pueblo venezolano, sujeto histórico que catapultó las condiciones materiales y simbólicas para que se gestara esta muestra de hidalguía liberadora, hermana de otras rebeliones cívico-militares como el Barcelonazo (junio, 1960), el Carupanazo (mayo, 1962), el Porteñazo (junio, 1962), el Guairazo (1963), y las resistencias estudiantiles, movimientos sociales y de trabajadoras y trabajadores, así como el pueblo en armas que se fue a las montañas a intentar revertir el orden represivo que se anquilosó en la institucionalidad liberal a partir del puntofijismo.
Pero otros protagonistas tienen nombre y apellido, las caras visibles de un movimiento insurreccional que, luego de fracasar en sus objetivos militares y ya con Chávez en prisión, lograron contar un respaldo popular que sobrepasaba el 60% de apoyo.
Estos protagonistas iniciaron en 1983 el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, fundado bajo el pensamiento de Bolívar (a 200 años de su natalicio), Simón Rodríguez y Zamora, siendo la semilla que germinaría el 4-F de 1992, confirmando así las reservas morales de nuestro ejército, con claro rostro de pueblo en armas y con las venas libertarias aún no subsumidas por los gravámenes del imperialismo y sus lacayos nacionales.
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